jueves, 22 de octubre de 2015

Nunca es tarde para morir

Johann Caspar Harkort, Travis Palmer, Louis Prior, Nikolái Ivánovich Leónov y Harry Anthony Powers son cinco ex agentes secretos que protagonizan la novela Nunca es tarde para morir (2015), del autor madrileño Pablo Palazuelo.

Johann tiene 63 años y es de Berlín. De gigantesca figura. Su empresa se dedica a la promoción y distribución de productos culturales. Buscan nuevos talentos en países bajo el comunismo o que salían de él, osea, una caza de futuras promesas que comprendía los sectores audiovisual, literario y musical.

Travis ha cumplido los 70 y viene de Londres. Es gordito y bonachón. De brillante calva. Lleva una gorra estilo inglés de terciopelo beige. Tiene una agencia de viajes especializada en destinos exóticos y novedosos en países todavía poco abiertos al turismo: Libia, Birmania, Bután, Mongolia... Hace fotografías con su pequeña cámara Leica.

Prior, de 62 años, ha llegado desde París. Conserva un denso pelo libre de canas, de color miel. Parece más joven de lo que es. Tiene un carácter optimista, vital, alegre..., pero únicamente en apariencia. Es dueño de una empresa de rehabilitación de edificios antiguos. Le gusta aprovecharse de las mujeres. De hecho, pasa más tiempo en casa de sus amantes que en su hogar de la costa francesa, donde había vuelto tras terminar su carrera profesional en la Dirección General de Seguridad Exterior.


Nikolái tiene 64 años. Es ruso pero vive en Montana. Es avaro. Camina ayudado por un bastón. De cabeza achatada, mandíbula cuadrada y frente despejada. Su empresa se dedica a la investigación de mejoras en los sistemas de conservación de alimentos en temperatura ambiente. Conduce un viejo Lada Niva azul del 82, aunque también posee un Lincoln Cosmopolitan Sedan de color negro, del año 1950. Lo guarda en un garaje y solo lo utiliza en contadas ocasiones, para impresionar en la Gran Manzana. Nik es un ex-KGB.


Powers tiene 65 años, de Nueva York. Es metódico y riguroso. Doctor en Psicología por la Universidad de Stanford. Tiene una empresa farmacéutica, Farma-Gal. Mientras espera a sus amigos se distrae con su libro electrónico. Conduce un descapotable, un A.C. Cobra Roadster del 63, color burdeos.

Otros personajes:

Marian Bennett, de 35 años. Es teniente del departamento de policía de Nueva York, enclavada en el corazón del distrito de Midtown South. Ha colaborado con los detectives de la División de Víctimas Especiales, que llevan casos de índole sexual.

Christian Willocks es detective investigador. Mide 1,80 y tiene una potente musculatura. Lleva el pelo desordenado. De aspecto fuertemente varonil. Viste de manera informal, una chaqueta de sport, que cubre un jersey de cuello alto de color gris, pantalones chinos de un tono oscuro y unos cómodos zapatos con suela de goma.

Damarcus Hooper es un joven menor de edad, de enorme talento y muy hábil con cualquier aparato eléctronico. Huérfano, Powers es su tutor.

Y Valentina Irinova, Lébedev, Pável, el sargento Winget y el francotirador el agente Grayson. Little Mike y Boston Pet Anderson. Y por supuesto, la guapísima Kayden Fox.

Me ha gustado mucho Nunca es tarde para morir. Novela de más de 600 páginas que no se me ha hecho nada larga, con una trama novedosa e inteligente. Comienza con 5 enigmáticos veteranos de sus respectivos servicios secretos, que conocen a una cautivadora joven, de mala vida y peor suerte, que desata una espiral de sorprendentes fatalidades y los arrastra hacia unos enemigos criminales y despiadados. Lo dicho, muy recomendable.

Pablo Palazuelo Basaldua nace en Madrid en el año 1965. Estudia Ciencias Empresariales. Domina varios idiomas. Aficionado a la fotografía. Esta Nunca es tarde para morir es su primera novela.

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